LA CULTURA ESPAÑOLA DEL EXILIO
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
![]() |
El hispanista Henry Kamen |
Una visión
malograda de la contribución del exilio a la cultura española
Durante
casi cinco siglos, desde el reinado de los Reyes Católicos hasta el final de la
dictadura de Franco, el exilio ha sido una constante de la historia de España.
Se calcula que en ese lapso fueron más de
3 millones los españoles que formaron parte de aquella España peregrina a
que dio lugar ese continúo éxodo. Judíos, moriscos, protestantes, jesuitas,
afrancesados, liberales, republicanos desencantados o vencidos, y clero
perseguido componen los rubros más significativos de esa sangría continua.
El antisemitismo, el sentimiento antimusulmán, el
fundamentalismo tridentino, el absolutismo inclusivo, el tradicionalismo
excluyente, el fascismo discriminador y el anticlericalismo visceral - esto es,
el racismo, el fanatismo, la intolerancia y la falta de libertades- fueron las
razones externas que motivaron ese goteo
continuo de nuestros exilios. Por ello, como
hace el autor de este libro que comentamos, también hay que considerar como
parte del exilio, además del forzoso, el exilio voluntario de los que se marcharon
por voluntad propia huyendo de exclusiones y del ambiente asfixiante de la ausencia
de libertad, y el exilio interior de los que, sin salir de España, fueron
marginados o se automarginaron dentro de sus fronteras.
Las motivaciones ideológico- religiosas que están en el origen de ese masivo y
continuo exilio que ha jalonado nuestra historia moderna y contemporánea no
son, desde luego, las causas de fondo que lo explican en cada caso. Pero
sí están vinculadas con una de sus
consecuencias más importantes. Una parte fundamental de la cultura española ha
sido elaborada por exiliados y desde el exilio y ha estado marcada en cierta
medida por esa circunstancia. Basta con
hacer un repaso de algunas de las obras
más valoradas de nuestra cultura de esos siglos
y de sus intelectuales y artistas
más señeros para ser conscientes de ello.
Tratar de dar una visión histórica de la
aportación cultural del exilio español durante esos siglos, como pretende hacer
en este libro el prolífico y polémico hispanista británico Henry Kamen,
constituye, pues, un propósito pertinente y loable. Pero, en mi opinión, es un
propósito que el autor sólo consigue a medias.
El
libro es un interminable repertorio biográfico de escritores y artistas del
exilio exterior e interior, del que se excluye a los exiliados propiamente
políticos sin un argumento convincente. No parece que sea posible establecer
una distinción tal entre los miembros de la diáspora más importante del exilio
español de todos esos siglos: la de la
élite cultural que abandonó España en 1936 y 1939. Pero además muchas de las
apreciaciones generales que se vierten en el libro y algunos de los supuestos que lo fundamentan no dejan de ser afirmaciones
ensayísticas sin demostrar y difícilmente aceptables.
Por
ejemplo, cuando el autor se apunta al paradigma de la excepcionalidad histórica
española considerando que ese incesante exilio español constituye un rasgo
propio, específico de nuestra historia. Como si los progromos y “las guerras de
religión” sólo hubiesen sido lacras abominables de nuestra historia, pecado
original o defecto congénito de los españoles. O cuando mantiene que el pensamiento y el sentimiento de los exiliados de la República y la Guerra civil
fueron en gran medida ajenos a la cuestión de la identidad española. Como si aquellos
trasterrados no hubiesen llevado a su destierro la cuestión metafísica de la
identidad esencial de los españoles, y escrito allí algunas de las páginas más brillantes
sobre ese tema. Y no dejasen por doquier pruebas de la expresión de sus
doloridos y añorantes sentimientos acerca de la patria grande abandonada y
lejana. O sostener que aquel éxodo de 1936 y 1939 no tuvo ninguna consecuencia
grave para España. Como si el erial, o
al menos, el monocultivo (matizo por si
alguien se me pone suspicaz) cultural que aquí nos dejaron, no lo hubiésemos
padecido todos durante los cuarenta años cuarteleros.
Pero no seríamos objetivos si no añadiésemos
como colofón que entre el centón de datos biográficos y las muchas afirmaciones
que recoge el hispanista en su libro, también se pueden encontrar bastantes aportaciones lúcidas y de interés. Aunque en
su valoración global pesan más las
sombras que las luces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario