¡ES LA
ECONOMÍA, INDIGNADOS!
Julio Antonio Vaquero Iglesias
![]() |
Stephane Hessel |
Que todavía ese discurso legitimador
sigue en pie y es dominante lo demuestran varios hechos. Las medidas anticrisis
nacen y se justifican desde el pensamiento y la teoría neoliberal; y las
críticas y remedios que proponen los sectores que comienzan a no aceptar esta
situación y protestan contra ella, no
van directamente ni radicalmente al núcleo
del problema que son los fundamentos del sistema neoliberal. Basta para
demostrar lo primero las reformas que
proponen los gobiernos y los organismos económicos multilaterales para tratar
de salir de la crisis (la última, en España, la del proyecto de reforma
constitucional para controlar el déficit). De lo segundo es prueba palpable las
críticas y medidas que proponen los “indignados” del 15- M. Enfatizan
estos últimos (“le llaman democracia y no lo es”) más las reformas políticas de
la democracia demediada que vivimos en España y la justa necesidad de una
verdadera democracia participativa, que los cambios estructurales del sistema o
el remedio a las disfunciones básicas del capitalismo neoliberal.
Manifiesto
de economistas aterrados (Editorial Pasos Perdidos/Ediciones Barataria,
2010) que expone de manera pedagógica diez falsas evidencias (y las
correspondientes medidas correctas que, según ellos deberían adoptarse) con las
que el discurso económico neoliberal trata de justificar las medidas
anticrisis que nos proponen. Sus autores
son cuatro economistas franceses“aterrados” por la situación económica actual y
su contenido ha tenido ya la adhesión de unos 3000 economistas y profesionales.
No es extraño que entre los textos de cabecera de los “indignados” esté en primer lugar el valiente y ético panfleto de Stéfane Hessel y otros de la misma naturaleza surgidos de autores españoles. Sin embargo, ha quedado en segundo plano, aunque también haya tenido cierta difusión y aparezca ya en las listas de los libros más vendidos, otro como
No es extraño que entre los textos de cabecera de los “indignados” esté en primer lugar el valiente y ético panfleto de Stéfane Hessel y otros de la misma naturaleza surgidos de autores españoles. Sin embargo, ha quedado en segundo plano, aunque también haya tenido cierta difusión y aparezca ya en las listas de los libros más vendidos, otro como
La crisis financiera y económica ha
demostrado, según ellos, que ni los mercados financieros son eficientes para el
funcionamiento de la economía ni para la asignación de capital, sino que, al
contrario, se han convertido en fuente
continúa de inestabilidad. No sólo no
favorecen el crecimiento económico, como asegura la teoría neoliberal, sino que
realmente lo obstaculizan y son el origen de los grandes desequilibrios que
estamos padeciendo. Las empresas financiadas por esos mercados buscan como
objetivo casi exclusivo el obtener desproporcionados e insostenibles
beneficios para los accionistas y
también para los directivos de las empresas que han dejado de ser verdaderos
asalariados. Lo que, a la larga, es un obstáculo para un crecimiento económico regular y saneado.
Como tampoco, al contrario de lo que defienden los que sostienen su eficiencia,
los mercados financieros son buenos
jueces de la solvencia de los Estados. Las agencias de calificación financiera
no son realmente objetivas ni neutrales, sino que proporcionan a los mercados
una valoración subjetiva e interesada que contribuye a determinar los tipos de
interés de la deuda pública favorables para los operadores y busca alimentar la
inestabilidad como fuente de enormes beneficios especulativos
Asimismo el origen del alza excesiva de la
deuda pública no está, como tratan de hacernos creer los políticos y
economistas neoliberales, en los gastos indiscriminados por encima de sus
posibilidades de los gobiernos en sus “ineficientes” Estados de bienestar, sino
en la caída de los ingresos públicos originada como consecuencia de la
debilidad del crecimiento económico y de la contrarrevolución fiscal (bajada sustancial de los impuestos) que los
gobiernos han llevado a cabo desde el final del siglo pasado basándose en la
aplicación de los principios neoliberales.
Tampoco es cierto, como se apunta en el Manifiesto, que sea un hecho evidente que la única medida para reducir la deuda pública consista en limitar los gastos del Estado con un ajuste brutal que
suponga desmantelar el Estado de bienestar. No sólo por la injusticia social que esto supone y los problemas de cohesión social que originaría,
como estamos viendo que esta ocurriendo en el Reino Unido tras los recortes
brutales llevados a cabo por el Gobierno conservador de Cameron (por cierto, el modelo a seguir por Rajoy en
España de llegar al poder, según sus propias declaraciones), sino porque esas
medidas antisociales no traerían además la solución al problema: la deuda
pública podría seguir creciendo si no se
produce el crecimiento económico y el ajuste brutal para reducir esa deuda lo
va a obstaculizar. Porque el crecimiento económico no es independiente de los gastos públicos estables
en educación, sanidad, investigación, infraestructuras, esto es, en el
mantenimiento y hasta reforzamiento del Estado de bienestar. Es fácil suponer
que de llevarse a cabo esos recortes de manera masiva y simultánea en toda la
Unión Europea, esa política no sólo no contribuiría a sacarnos de la crisis,
sino que nos conduciría de cabeza hacia esa recesión que ya aparece amenazante en el
horizonte. Y, como en un círculo vicioso, ésta traería aparejada, sin
duda, un incremento de la deuda pública.
Desde
luego que los autores de este Manifiesto no han pretendido ofrecer
un programa económico cerrado como base para una política económica
progresista, sino solamente exponer a
los economistas y. sobre todo, iluminar a sus conciudadanos con las críticas de
algunas de las falsas evidencias con que nos bombardean hoy los gobiernos y los
“expertos” que se alinean con las políticas neoliberales. En realidad, esas
críticas y soluciones lo que dejan entrever es una enmienda a la totalidad de
ese capitalismo senil que es disfuncional por injusto y que cada día que pasa deja más clara constancia de su inviabilidad para satisfacer
las necesidades de la mayoría de las poblaciones. Ésa es la lección que el
Movimiento del 15 M debería sacar de la lectura de este Manifiesto. Las medidas
y reformas que propongan deberían estar en función de programa máximo enfocado a
solucionar el núcleo del problema: buscar y
tratar de implantar un sistema
económico alternativo al neoliberal.
(Publicado en Ciltura, suplemento cultural de la La Nueva España, de Oviedo)
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