LA TRAGEDIA Y EL ENIGMA DEL DEL SIERRA ARÁNZAZU, CINCUENTA AÑOS DESPUÉS
TOMÁS VAQUERO IGLESIAS, PILOTO DE
LA MARINO MERCANTE
jULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS, CATEDRÁTICO E HISTORIADOR
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El buque "Sierra Aránzazu" |
Este 13 de septiembre de 1964 se cumplirán cincuenta años del
brutal ataque terrorista en el Caribe
al carguero español “Sierra Aránzazu” cuando se dirigía a Santiago de Cuba con una carga de alimentos, tejidos, aperos de labranza,
muñecas y otras mercancías inocuas. La autoría y responsabilidad de este atentado, que costó la muerte a tres marinos españoles, el
capitán y dos oficiales y lesiones
a otros seis tripulantes y provocó una
intensa reacción emocional en España y tuvo importantes repercusiones
mundiales, nunca fue aclarada por la ambigua actitud del Gobierno franquista
que no quiso enfrentarse a su aliado norteamericano y dejó que un manto de
silencio se extendiese sobre aquel criminal atentado. De ahí que cincuenta años
después nos parece un acto de justicia moral con aquellos marinos asesinados y
masacrados recordarlos y difundir su
tragedia dando a conocer, a la luz de
los nuevos datos que tenemos, los hechos
con las respuestas e interrogantes que existen sobre aquel acto
de terrorismo
Tras la derrota de los anticastristas en
Bahía Cochinos en 1961, la política del
presidente Kennedy con la revolución
castrista fue una política de agresión cuyo objetivo último era derribar a
Castro propiciando la invasión de Cuba
por los exiliados cubanos que habían participado en la invasión frustrada de
1961. Esa política de agresión se denominó Operación Mangosta e implicó el
apoyo financiero, logístico, de información y
preparación militar de los exiliados
a través de la CIA. Para ello se creó en Miami, la estación JM/WAVE integrada por varios cientos de miembros, la
mayoría de ellos exiliados cubanos y dirigida por la CIA, y se desarrolló la preparación militar de los
participantes en esas acciones subversivas
en el campamento de Fort Benning
(Texas). Pero tras la crisis de los misiles en octubre de 1962, los
acuerdos entre Kennedy y Kruschev que
incluían la promesa de aquél de no tratar de invadir la isla , la política hacia
Cuba de los hermanos Kennedy dio un giro
estratégico. Se suspendió la operación Mangosta y se puso en práctica la
denominada política de vía múltiple que suponía la simultánea presión diplomática, económica y de
operaciones encubiertas para asfixiar la revolución castrista. Entre las medida
económicas estaba la de mantener el
bloqueo comercial de la isla impidiendo la entrada de mercancías de cualquier naturaleza presionando a los demás
países para que suspendieran toda clase de
comercio con Cuba. Las
subversivas consistían en atacar y hacer sabotajes en la propia isla e
impedir por la violencia la entrada o salida de los barcos cubanos y los de los
países que comerciaban con Cuba. Se trataba con ello de crear el descontento
entre la población cubana contra la Revolución que propiciase su reacción
contra Castro.
Para conseguir
tales objetivos se crearon los denominados comandos autónomos con exiliados
cubanos anticastristas que tenían sus bases fuera de territorio americano, en
Centroamérica, y establecían sus propios objetivos, de tal manera que el
Gobierno norteamericano pudiese
practicar ante tales actos ilegales la política de la negación plausible. La
CIA se encargó de su financiación, de su adiestramiento, de proporcionales barcos, aviones, armamento
y aportarles la información necesaria para sus operaciones subversivas
encubiertas, que eran finalmente evaluadas y aceptadas o rechazadas por un
Comité gubernamental en el que, como
demuestra la documentación desclasificada, estaban representados al más alto
nivel el propio Presidente, el Departamento de Estado y la CIA. Comité que en 1964 recibía el nombre
de Comité 303. La llegada a la presidencia de Johnson no cambió en gran medida
esa política de agresión encubierta y hasta en los primeros años de su mandato se hizo incluso más intensa.
El más importante de esos grupos autónomos era
el Movimiento de Recuperación
Revolucionaria (MRR) fundado por Manuel Artime Buesa, uno de los líderes políticos de la Brigada 2506, como se
denominaban pomposamente los exiliados cubanos que habían sido derrotados en Bahía Cochinos. Artime era amigo personal del presidente Kennedy que le
conocía ya desde su época de senador y le había distinguido explícitamente en
alguno de los actos conmemorativos de Bahía Cochinos y
también de su hermano Robert a quien
John había encargado poner en práctica las políticas agresivas
contra Cuba. El MRR tenía desde 1963 bases de operaciones y entrenamiento
instaladas en Nicaragua y Costa Rica. Contaba con 380 hombres, una avioneta, un barco nodriza, el “Santa María”, que llevaba
instalados todos los medios de comunicación y recepción más sofisticados y transportaba
dos lanchas, la Gitana y la Monty, pertrechadas con ametralladoras
pesadas y un cañón, y desde las que
realizaban sus operaciones contra territorio cubano y sus ataques a los
barcos mercantes. Todo ello era
financiado por la CIA que entre junio
1963 y junio de 1964 había invertido en todos esos gastos materiales y de
personal cinco millones de dólares.
Podemos hablar, pues, de un verdadero ejército de la Compañía.
Entre los países que se negaron a dejar de
comerciar con Cuba estuvo España con el permiso expreso de Franco. Lo que no obstaba para permitir en España y en la sede
diplomática española en Cuba dejar hacer
y hasta apoyar a los exiliados
anticastristas en sus tramas contra la revolución cubana.
Tras el abandono del tráfico con Cuba por la
Compañía Trasatlántica Española, en octubre de 1962, con el bloqueo ya en vigor
y a iniciativa del encargado de negocios
cubano en España la Compañía Marítima
del Norte tomó el relevo de ese tráfico
destinando cuatro buques de su
flota (todos ellos con el nombre de
“Sierra”) trasportando a la isla mercancía general de la compañía CILASA y
regresando a España con azúcar, tabaco en rama y cigarros puros. Cuando se
produjo el ataque al Sierra Aránzazu ya eran veinte los viajes realizados por
estos buques y el del Sierra Aránzazu, el segundo que llevaba a cabo. Las
presiones por parte del Gobierno de Estados Unidos para que se cortara este
tráfico existieron desde que se inició, pero desde principios de 1964
arreciaron hasta tal punto que en febrero de ese año el Gerente de Marítima,
señor Sendagorta y el Subsecretario de la Marina Mercante, Leopoldo Boado,
tuvieron que desplazarse a Washington
para asesorar al embajador español en las conversaciones que éste tenía con las
autoridades norteamericanas que presionaban para que España lo suspendiese,
obteniendo a regañadientes el placet norteamericano. Pero a principios de
septiembre, esto es, unos días antes del brutal ataque al “Sierra Aránzazu”,
Merry del Val, el embajador español había sido llamado a una reunión con el
Secretario de Estado, Dean Rusk, para comunicarle las decisiones de la OEA de
presión sobre Cuba y en la que, con
amenazas veladas, insistía al embajador
en la necesidad de la suspensión de ese
comercio con la isla.
El “Sierra
Aránzazu” hacia Santiago de Cuba el 31 de agosto de 1964 y tras una travesía
normal del Atlántico tuvo que desviarse más hacia el sur del Caribe, para
evitar las potenciales consecuencias de los
huracanes Dora y Ethel que se
estaban formando con el objeto de navegar por el Viejo Canal de Las Bahamas hacia el puerto cubano. El
domingo, día 13 de septiembre, sobre la una y media un avión de reconocimiento
sobrevoló el barco que se encontraba a setenta millas del punto más oriental de
la costa cubana, Punta Maisi, y a las
ocho menos diez una lancha se aproximó por la popa iluminando con sus
reflectores el nombre y la matrícula
del barco. Diez minutos después dos lanchas,
una por babor y otra por estribor, se
colocaron a una distancia de unos 50/100
metros del barco y sin previo aviso comenzaron a lanzar ráfagas de
ametralladora y algún disparo de cañón sobre el puente de mando, los
alojamientos de la tripulación con un evidente ánimo de cortar las comunicaciones y masacrar a los
tripulantes. Alcanzados los depósitos de combustible, el barco se incendió
y el capitán, herido gravemente, como el primer oficial, dio orden
de abandonarlo y arriar el bote de babor, porque el de estribor estaba inservible por los impactos. Cuando
los marinos se aprestaban a hacerlo,
nuevas ráfagas de ametralladora
causó nuevos heridos, algunos de gravedad
como el tercer maquinista.
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José Vaquero Iglesias, tercer maquinista del "Sierra Aránzazu" |
Agolpados los 20 hombres en el bote sin motor
con tres heridos de suma gravedad, el capitán, Pedro Ibargurengoitia, el
segundo oficial de puente , Javier Cabello, y el tercer maquinista, José
Vaquero iglesias, ante la atenta mirada
de los atacantes se alejaron del barco remando con el miedo de que disparasen
de nuevo sobre ellos. Fueron doce horas angustiosas en el bote. Durante la
travesía fallecieron el capitán y el
tercer maquinista, el bote hacia agua y estropeadas la bomba de achique
tuvieron que hacerlo con cajas de galletas y sus zapatos. Hacia las 10 de la mañana del día 14 los náufragos
localizados y rescatados por el carguero holandés “P. G. Thulin” a
través de las indicaciones de un avión de la Navy. Atendidos los heridos en el
barco falleció el segundo oficial, Javier Cabello El barco holandés condujo a
los supervivientes y los cadáveres a la próxima isla de las Bahamas Mathew
Town, desde donde los heridos y los cadáveres son trasladados a Guantánamo y
los restantes, al día siguiente, son llevados a San Juan de Puerto Rico
formalizando el primer oficial al
cónsul la correspondiente
“Protesta de mar” y, tras la
llegada de los heridos y los cadáveres, se celebró un funeral por los tres
marinos asesinados. Desde San Juan, los tripulantes fueron repatriados en dos
expediciones, Los ilesos y heridos leves llegaron a Madrid el día 17 y los
heridos más graves y los cadáveres el
día 19 siendo recibidos por las autoridades del régimen representadas por el
ministro de Comercio Alberto Ullastres y el Subsecretario del Ministerio de la
Marina Mercante., Leopoldo Boado. Los ataúdes fueron trasladados a hombros de
marinos de Guerra y de la Mercante hacia los coches fúnebres que los iban a
trasladar a sus lugares de origen. Unos días después se celebró en San Jerónimo
un funeral de Estado por los fallecidos.
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Bote con los náufragos del "Sierra Aránzazu" al ser recogidos por el barco holandés Thulin |
La noticia del
ataque fue recogida en las primeras páginas de casi todos los periódicos del
mundo, menos en Estados Unidos, donde
los grandes rotativos norteamericanos
mantuvieron un significativo silencio sobre el hecho. En España, la
conmoción fue enorme y todos los periódicos siguieron todo lo relativo al
atentado expresando su indignación, incluida
la prensa clandestina de izquierda
que, previendo lo que iba a pasar, atacaba a Estados Unidos y presionaba
al régimen pidiendo la identificación y castigo
de los culpables del atentado que atribuían con buen juicio a anticastristas dirigidos por la CIA. Se
produjeron manifestaciones de protesta en varios puntos de España como la que
se desarrolló ante la Embajada norteamericana en Madrid o ante el Consulado
norteamericano en Vigo. En Oviedo, también hubo un conato de protesta cuando
una banda norteamericana intervenía en las fiestas de San Mateo y ya a
principios del año siguiente ante la visita a la región de Manuel Artime
Buesa, para visitar a su familia de
origen, La Nueva España criticó y
condenó la acción del líder del MRR mientras Región que había tenido una
actitud de gran dureza al principio, mantenía ahora una postura más contemporizadora con la
figura del líder anticastrista que negó cínicamente la participación de su
grupo en el ataque atribuyéndolo a Castro.
El Gobierno español protestó a través de su
embajador en Washington considerando responsable a los Estados Unidos por
producirse el ataque en aguas bajo su
control militar y en una reunión con el
Secretario de Estado Dean Rusk consiguió que prometiese que se investigaría el
ataque y se comunicarían los resultados al Gobierno español. El FBI realizó también una encuesta para averiguar lo sucedido, Como era de
esperar, todo quedó en aguas de borrajas. El informe del Departamento de Estado
nunca vio la luz y el del FBI fue más bien una maniobra de diversión que una
verdadera investigación. El Gobierno franquista en cuanto pasó la tensión dejó
de presionar y todo quedó en el más denso silencio. La realpolitik pudo más que
el honor patrio mancillado y las justas reivindicaciones de justicia de las
familias y amigos de los asesinados y un
sector de la población española. Sólo basta fijarse que Artime visita España a principios de 1965
y es recibido por las autoridades
españolas y se dice que incluso por el
propio Franco y que el MRR siguió operando en Madrid con plena impunidad.
Los grupos
anticastristas con el MRR a la cabeza difundieron que los autores habían sido los castristas.
Pero cuando ese bulo resultó insostenible (hasta el propio líder anticastrista Gutiérrez Menoyo al ser
capturado por los cubanos en febrero de
1965 identificó al grupo de Artime como el responsable del ataque) el MRR varió
sus declaraciones manteniendo que habían
sido ellos por medio del buque nodriza Santa María y las lanchas Gitana
y Monty los autores del ataque, pero
como consecuencia de una confusión del “Sierra Aránzazu” con el buque cubano Sierra Maestra. Esa es la hipótesis que siguen manteniendo hoy los
miembros todavía vivos del grupo y la que predomina hoy entre los autores que
han tratado el incidente.
Pero el análisis de las pruebas circunstanciales y los datos directos extraídos de la
documentación desclasificada y del archivo de Asuntos Exteriores español
obligan a poner en duda tales afirmaciones. Entre esas pruebas circunstanciales
está el hecho de que es difícil aceptar
que la lancha que identificó al buque iluminando su popa pudiera equivocarse o que loa atacantes no vieran su nombre y matrícula y que cuando las dos lanchas atacantes se colocaron a unos 50/100 metros del Sierra Aránzazu no se hubieran percatado de su “error”. Además, ¿cómo es posible que quieran hacernos
creer que con la información que contaban de la CIA pudieran confundir el barco español con el Sierra Maestra, cuando éste había cruzado el
Canal de Panamá el miércoles anterior con dirección hacia China? ¿Cómo fue
posible confundir ambos barcos que tenían
una significativa diferencia de envergadura. El “Sierra Maestra” era dos
veces mayor que el “Sierra Aránzazu”?
Dos fuentes directas hablan también de que el ataque fue planeado con premeditación y alevosía.
Una procedente de los archivos desclasificados de la CIA es un cablegrama enviado a la central por un
agente donde le informa que ha mantenido
con Alberto Blanco, lugarteniente de
Rolando Cubela, un alto oficial del
régimen castrista que mantenía
contactos con el MRR para preparar el asesinato de Castro y el
desembarco en la isla. Blanco dice que va reunirse en París con un miembro del
grupo anticastrista que fue “persona que
“arregló” el ataque al “Sierra Aránzazu”
mediante el pago al radio operador que envió la posición de la nave atacante,
dijo que el radio operador había contado toda la historia a la policía española”. ( Archivo de la
Fundación Mary Ferrell). Hoy sabemos que esa oersona que arregló el ataque” fue
Rafael Quintero, “el coordinador de
operaciones navales” del grupo terrorista
De igual modo el carácter premeditado
del ataque aparece en un despacho dirigido al Ministro de Asuntos
Exteriores por el Embajador de España en
Costa Rica, en el que un espía enviado por éste a la base anticastrista de Nicaragua, además
de describir con todo detalle el barco nodriza
Santa María e identificar a sus jefes, se dice “el ataque contra el “Sierra Aránzazu” fue premeditado, antes de la
operación ya se hablaba de hundirlo” (Archivo del Ministerio de AA.EE).
Son muchos
interrogantes y datos para que podamos
creernos la versión dominante. Pero no existe ninguna duda de quiénes fueron
los autores materiales y los responsables últimos de este criminal atentado así
como la tortuosa e injusta actuación del Gobierno franquista en el mismo.
Dejarlo claro en este cincuenta
aniversario nos parece no sólo una obligación con la verdad histórica, sino,
sobre todo, un deber moral hacia los tres marinos asesinados y el resto de la
tripulación masacrada.
( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO "SIGLO XXI" DE "LA NUEVA ESPAÑA" DE OVIEDO(12 DE SEPTIEMBRE DE 2014)